Por: Diego Fernando Torres Araque*
Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Son tan solo unas de las líneas de la Declaración de Independencia que le dio paso a una nueva idea de nación. Pero si bien estos principios guiaron Norteamérica y la convirtieron en el ejemplo de democracia moderna ¿por qué razón no todos los hombres fueron creados como iguales?, ¿por qué pareciera que no todos son dueños de los mismos derechos? y ¿por qué la vida, libertad y búsqueda de la felicidad parece que solo le pertenecen a los blancos, anglosajones y protestantes?
Estas preguntas pueden rondar en la cabeza de los latinos, asiáticos, árabes, musulmanes y otras etnias, pero son los afroestadounidenses quienes han sentido con más fuerza todo lo que implica la discriminación, el racismo y la segregación.
La historia nos puede explicar por qué los negros desde un primer momento fueron vistos como objetos, desposeídos de humanidad y utilizados como mano de obra para forjar desde el siglo XIX la nación prospera y rica que hoy conocemos. Para entonces, la esclavitud se convirtió en un proceso natural y cotidiano en donde los señores de las tierras compraban: por un lado, hombres fuertes para tareas del campo arduas y brutales que maximizaran sus ganancias, y por el otro, mujeres hábiles, inteligentes y dedicadas que serían llamadas nanas, regaladas a las niñas como un seguro para su madurez, intercambiadas por un vestido, utilizadas como banco de leche materna o simplemente parte del capital de una familia tal y como expone Jones-Rogers (2019) en su libro They were her property. White women as slave owners in the american south al recolectar experiencias y documentos que dan fe de ello.
La superioridad blanca necesitaba dominar algo más que un rebaño, necesitaba ser la dueña de lo que para ellos se parecía a un humano, pero seguramente era igual que un animal. En 1861 la Guerra de Secesión enfrentó a los Estados del norte que defendían la libertad consagrada en la Declaración de Independencia, con los Estados del sur que veían como única solución al crecimiento económico y estatus social la aceptación de la esclavitud. Después de 4 años de guerra y tras la rendición de los Estados Confederados (los del sur), los afros pasaron a ser "ciudadanos" (o más bien reconocidos como humanos), cambio que dejó resentimiento y odio en millones de norteamericanos que veían a su rebaño humano salir de sus linderos.
Luego de que finalizara la guerra civil se dio paso a abolición de la esclavitud con la Decimotercera Enmienda en 1865 antecedida por la Proclamación de Emancipación del 63 (mensaje que se dilato y demoro más o menos dos años en llegar al sur), los negros fueron libres y quedo prohibida cualquier practica de trabajo no voluntario.
Por segunda ocasión el papel blanco con tinta negra le recordaba a los estadounidenses que somos iguales, pero las letras parecían escritas en una escala de blancos que impedía su correcta interpretación. La esclavitud muto en racismo, discriminación y segregación, y si bien el blanco no controlaba más al negro como lo hacía años atrás, un nuevo fenómeno se tomaría no solo el resentido sur, sino que llegaría a cada rincón de los 50 Estados.
Ser negro (termino controversial para muchos pero que según múltiples encuestas no se diferencia de afroestadounidense en la época actual ya que esta comunidad lo usa coloquialmente para reivindicarlo) fue un orgullo interno pero una desgracia externa. Se les aceptó como “iguales”, sin embargo, tendrían que buscar baños públicos, cafes, restaurantes, medios de trasporte y hasta barrios exclusivos para negros (redlining); se les reconoció sus derechos pero según el Buró del censo de EE.UU solo el 4% lograba llegar a la universidad en los 60´s, la pobreza sobrepasaría el 45% de la población, el desempleo duplicaría la misma condición en los blancos y los salarios más cercanos a los ellos serían menores en por lo menos un 40%; se les garantizo encontrar la felicidad pero esta se vería truncada por el temor que se sentía al llegar por accidente a una zona llena de WASP o simplemente ser ellos mismos ante el resto de la sociedad.
I have a dream that one day this nation will rise up and live the true meaning of its creed: "We have these truths: that all men are created equal... [Tengo un sueño de que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: "Tenemos estas verdades: que todos los hombres son creados iguales...] proclamó Martin L. King en 1963 como un sueño compartido por miles de hombres y mujeres que veían desde la silla trasera del autobús las mil y una ventajas de los blancos.
Años atrás se creía que con la llegada de un presidente negro a la Casa Blanca, la igualdad se tomaría las calles y pintaría las aceras de múltiples colores, pero si bien algunas cosas cambiaron en aquel entonces, ahora se tiñen de rojo escarlata después de que un hombre o mujer descendiente de África (al igual que toda la humanidad, pero con la piel un poco más oscura) sean objetivo de un arma de fuego o una extremidad de superioridad.
Hoy no se le corta una oreja al negro por olvidar decir señor, pero pareciera que un policía si podría disiparles, asesinaros, dejarlos en una silla de ruedas, golpearlos hasta que perdieran el conocimiento u obstruir el paso de oxígeno por su cuerpo hasta silenciar su deseo de igualdad y respeto.
Lo invito a preguntarse si es libre, si le respetan sus derechos y si tiene vía libre para buscar su felicidad. Si no es así, recuerde que una noche las calles se llenaron, el gobierno se empalideció y la casa blanca quedó a oscuras y fue negra.
Referencias:
Jones-Rogers, S. (2019). They Were Her Property: White Women as Slave Owners in the American South. New Haven: Yale University Press
*Profesional en Relaciones Internacionales y Estudios Políticos de la Universidad Militar Nueva Granada y Miembro de la Red Colombiana de Líderes Juveniles Red Kolumbien
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