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EN ESPERA: UNA CAMPAÑA DE TERROR Y RESIGNACIÓN QUE AÚN NO SE DECIDE

Foto del escritor: The PlusThe Plus

Por: Manuel Marquina*

En estos últimos días el Perú ha vivido una de las semanas con mayor polarización informativa que recuerde. La guerra mediática ha sido liderada por el grupo de medios de comunicación más grande del país, que tomó posición por la candidata de Fuerza Popular, Keiko Fujimori. Incluso, varios jugadores de la selección peruana de fútbol, quienes históricamente han evitado pronunciarse ante la coyuntura política, lo hicieron para defender a lo que ellos -y muchos otros- llamaron “democracia”, una forma de nombrar y proteger soslayadamente al statu quo. Ese mismo que defiende y representa Fujimori, la candidata que está a punto de perder por tercera vez consecutiva en la segunda vuelta de los comicios presidenciales con una diferencia de tan solo 70 mil votos.


Su contrincante y virtual presidente del Perú es Pedro Castillo de Perú Libre, un profesor de la ciudad de Chota, ubicada en Cajamarca, la sierra peruana. Él y su partido representan lo contrario a Fujimori en materia económica, prometen un cambio, uno grande. Su slogan durante la campaña se convirtió en: “No más pobres en un país rico”, una frase evidentemente populista que revela su ideología socialista. Es más, el fundador y líder del partido, Vladimir Cerrón, fue un seguidor y admirador de Hugo Chávez y tiene muy buena relación con las figuras más importantes de la izquierda Latinoamericana.


Cerrón es probablemente el peligro más visible que tiene Perú Libre, a diferencia de Fuerza Popular, cuyo peligro más notorio es la mismísima candidata Fujimori.

Mientras que Cerrón fue sentenciado en 2019 a 4 años y 8 meses de prisión por delitos de negociación incompatible y aprovechamiento de sus cargos[1][2], Fujimori estuvo tras las rejas por más de un año a causa de un pedido de prisión preventiva del Juez Richard Concepción Carhuancho quien lideró hasta el 2019 la investigación por lavado de activos contra Keiko.


Durante la primera vuelta, ninguno de los candidatos superó el 20% de los votos válidos. Castillo fue quien más se acercó a esta cifra, con un 18.9%. Por su parte, Fujimori solo llegó a un modesto 13.4%, votos suficientes para llegar a segunda vuelta. Desde que se anunciaron los resultados a boca de urna de la primera vuelta del 11 de abril, se sabía que la lucha por ese casi 70% de votos que habían ido a otros candidatos o se habían viciado/anulado sería intensa, pero la campaña de desinformación y polarización llegó a puntos muy álgidos durante esta contienda electoral.


La lucha más desmedida y feroz para desprestigiar lo que representan Pedro Castillo y Perú Libre, se dio en Lima, la capital del Perú que encarna perfectamente lo que es el centralismo político y económico, y donde hay más de 6 millones de electores hábiles, lo que significa casi un tercio del total. Fue precisamente en Lima donde Keiko obtuvo un 64.6% de votos en esta segunda vuelta, una de las diferencias más grandes que consiguió, solo por detrás de la provincia constitucional del Callao y el departamento de Tumbes. Durante el último mes de campaña se empezaron a ver carteles por los distritos más adinerados de la ciudad que llamaban a un voto demócrata, anticomunista y antiterrorista. Porque estas 3 características fueron las que la prensa y los simpatizantes de Fuerza Popular quisieron vincular con Perú Libre: un supuesto partido antidemocrático, comunista y terrorista.


Por el otro lado, con un presupuesto de campaña mucho más austero y con menos invitaciones a los principales programas de TV y radio del país, Pedro Castillo se dedicó a llamar corrupta y líder criminal, cada vez que podía, a su contrincante. El profesor nunca tuvo una participación brillante en los debates ni una gran propuesta, ni un rumbo claro.


Le bastó con mantener su saco de electores de la primera vuelta, acoplar a aquellos que habían votado por las otras 2 opciones de izquierda en las elecciones del 11 de abril y confiar en que el fuerte antifujimorismo que se expande por todo el país, lo ayudaría. Y es así que una figura que no había tenido una presencia política importante nunca antes en Perú, está a punto de arrebatarle las elecciones a Keiko, la política peruana más relevante de los últimos años.


Algo que ha caracterizado este proceso electoral ha sido la resignación a tomar parte por uno u otro candidato y el miedo a lo que ellos representan: corrupción e impunidad, por un lado, corrupción y socialismo por el otro.

Como se mencionó líneas arriba, ninguno de ellos llegó a superar si quiera el 20% de votos válidos durante la primera vuelta, por lo cual significaban la primera opción de casi 2/3 del país. Muchas de las personas que endosaban su voto hacia Fujimori, lo hacían público compartiendo frases que se volvieron tendencias en las redes sociales, como el ahora famoso: “Khe me Keda”. Esas 3 palabras resumen bastante bien la opción de votar por una candidata que está siendo investigada por sus vínculos con Odebrecht y cuyo partido se ha dedicado a boicotear a los gobiernos de turno desde su representación en el congreso.


En ese mismo sentido, los peruanos que se animaron a darle su voto por primera vez a Pedro Castillo en los comicios del 6 de junio, lo hicieron probablemente con la esperanza de un cambio, pero sin ninguna certeza e incluso con recelo. Los vínculos de Cerrón con la izquierda que ha llevado hambre y miseria a millones de familias latinoamericanas y las conexiones con grupos terroristas por parte de congresistas electos por Perú Libre, como Guillermo Bermejo y Alfredo Pariona[1], hacen que el terror de una posible vuelta al pasado, donde grupos terroristas con ideologías de extrema izquierda ganen poder, se mantenga latente. Además, en el Programa e Ideario de Perú Libre (escrito íntegramente por Cerrón), se evidencia un tinte autoritario que pretende, literalmente, acabar con programas de televisión que el partido considera “basura”, regular los medios de comunicación y delimitar la libertad de prensa a lo que ellos consideren provechoso para la cohesión del pueblo. Condiciones propias de un régimen que no apuesta por la democracia ni la libertad de expresión.


Si bien los resultados ya parecen ser definitivos y el Perú tendrá a Pedro Castillo en el Palacio de Gobierno hasta el 2026, el jueves 10 de junio Fujimori adelantó que presentaría acciones de nulidad en 802 mesas de votación a nivel nacional. Además, la candidata de Fuerza Popular dijo que presentaría la impugnación de 1200 actas que representan cerca de 300 mil votos, cantidad más que suficiente para que los resultados cambien. Mientras tanto el país sigue inmerso en esta polarización y batalla ideológica, que se seguirá luchando hasta una fecha todavía desconocida pero cada vez más cercana.


* Periodista de la Pontificia Universidad Católica del Perú y estudiante de Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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Referencias Bibliográficas



[2] Este último jueves, ya con los resultados electorales dando a Castillo como virtual presidente del Perú, el juez Alain Salas Cornejo, del Juzgado de Investigación de Huancavelica, anuló dicha sentencia.


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